La última batalla


Realmente, no sé a ciencia cierta cómo llegamos a este punto, perdimos el norte y desde entonces no hacemos más que buscarlo. Camina por el nauseabundo camino que te he preparado, es de tu agrado, lo sé, mas me imagino que tu también, vuelas a mi lado cada día, viajas a lo más profundo del abismo solo para acompáñame en mis hazañas. Querido miembro de mi élite, soldado inigualable en batalla, combatiente fiero y sabio, la compasión no está en tu mano y el pensamiento está ajeno a la batalla, predecesor de esta en todo momento. La lucha te hace fiero e inconsciente, la muerte asola los raíles del tren que dibuja tu espada por el aire.

Caballero infinito, eterno sueño de bienestar, la lucha apremia en el mundo presente y tu espalda, al contacto de la mía nos cubre para no olvidar que la sangre sobre nuestros cuerpos no es nuestra. Las flechas abruman el cielo y las pisadas de los enemigos producen terremotos, las bestias de combate afloran por el firmament y los ejércitos enemigos surcan los mares en sus buques. Las máquinas voladoras siguen las saetas y las criaturas aladas despegan de éstas. La lucha más encarnizada llega y nuestras espadas se mezclan en el sudor de los brazos que estremecen nuestros corazones, las canciones enemigas retumban en nuestros oídos y los enemigos cargan cada vez con más fuerza.

Parece ser que estamos perdidos, ya nada puede salvarnos, pero no nos rindamos, la gloria de la batalla llenará nuestra alma, vivamos para contar a nuestros descendientes como cayeron los dragones sobre sus amos, como las flechas fallaron su objetivo, como solo dos hombres asolaron el terreno de batalla, frente a miles de enemigos, el fuego de las máquinas voladoras se mezcla con el de los dragones de este elemento, del suelo emergen no muertos, aliados de nuestros enemigos, las jabalinas despegan y las flechas cada vez están más cerca, alza tu escudo y cubre el cielo, mi espada segará las cabezas que afloran del infierno.

Sufrid enemigos, la ira de dos guerreros, la ira de dos héroes dispuestos a morir en la conquista de nuevos territorios. La batalla se encarniza la sangre sube hasta la altura de los tobillos y nuestras fuerzas se multiplican entre vísceras y gritos de dolor, separémonos. La guerra es eterna y la fuerza proveniente de nuestro interior es como la del sol, casi inagotable. Mi espada cae sobre la cabeza de un enemigo partiendo su yelmo en dos y hundiéndose en su cerebro, mi mirada se alza y ve del cielo carámbanos de hielo caer, expulsados por un dragón enfurecido, mi final llega, lo he visto tarde, ya no hay camino de salvación. Pero tu sigues luchando fervientemente, cuando me ves, quieto mirando el cielo, esperando mi final, milésimas de segundo eternas en las que ves mi muerte, ves como cientos de estacas atraviesan mi casco y mi armadura para enterrarse hasta lo más profundo de mi cuerpo, entrando y saliendo de él, por todas partes... El dragón sigue su camino tas tras certera pasada y mi cuerpo cae al suelo perforado por miles de sitios mientras un rugido de ira extremo emerge de lo más profundo de tus entrañas, querido amigo, venga mi muerte...

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