La vuelta al mal

Háyome en una encrucijada, pues el poder proveniente del bien que tanto ansiamos se agota paso a paso, segundo a segundo, y en su lugar crece y se apodera de mi la oscuridad que tanto tiempo rechacé. El mal hace amedrentar la poca luz que reside en el poco corazón que prevalece en mi pecho, hondo y profundo, perdido en una inmensidad de sensaciones que acorralan y acosan a aquel que durante tanto tiempo lo ha cuidado.

Ahora los señores oscuros reclaman mi alma, que en su día vendí, en un pacto, en el pacto que decidió el camino de mi vida. Bienvenida oscuridad de nuevo, bienvenida destrucción al camino que desertizo a mi paso. ahora mi sonrisa no es benevolente y mi fuego no es de pasión, la gente grita a mi alrededor, pero no me aclaman, me temen, de nuevo me temen, la bestia que creían había matado, no era otro que yo mismo encerrado en un falso halo de luz. Un halo de luz que ahora es negro, negro de dolor, negro de las cenizas de todos aquellos cuerpos que ya no disponen de una plaza en este lugar terrenal.

Al llegar a los pueblos las mujeres corren a poner a salvo a sus hijos y los hombres, los más valientes, se acercan a mi, despacio, siempre con temor, a intentar hacerme frente, a intentar detenerme. Pobres ilusos que caen, pobres ilusos que lo único que conseguirán será encerrar su alma en mi espada. Mi mano sujeta la cabeza de uno, aún vivo, aún respirando, con mirada desafiante, sin temor, mientras sus endebles brazos azotan mi cuerpo, intentando dañarme, probando a soltarse... el desprecio se apodera de mi al ver sus ojos saltar de sus cuencas, mi brazo ejerce fuerza mi mano la presión sobre su cráneo y el chasquido del hueso romperse llena mi alma de desconsideración. Disfruto viéndole morir, sus sesos ahora entre mis dedos dejan un camino de sangre al caer al suelo, que baja por mi brazo y se descuelga lentamente por mi codo mientras mis pupilas vislumbran el pueblo, donde todos han muerto, todos salvo un niño, con un arma, asustado llorando, viendo como su padre moría sin poder hacer nada. Sus gritos me molestan y el silencio que me pide la oscuridad resurge de mi alma, hay que silenciarlo.

Me acerco a el mientras las llamas arrasan las casas, las cenizas vuelan a mi alrededor, música para mis ojos que ven sueño e ilusiones destruidos en segundos de gente que no puede disfrutar de esta visión, al menos, no de forma física. Maldito niño, sus lágrimas alimentan mi ira, una ira que alimenta mi ego de destrucción, soy invencible, la oscuridad me avala, lucifer es mi guía y mentor, el me abala en este mundo de injusticias, destruiré todo lo que "dios" ha creado, señor de las tinieblas te convoco pues no quiero que el niño muera, no de manera tan patética como sus semejantes, como sus conciudadanos. Te invoco ante mi Lucifer, ¡absorbe en tu eterno seno a este ser inferior! hazle ver con ojos de mortal la podredumbre y la demencia del infierno, ¡abre tus fauces, oh mi señor, complace al que tantas almas ha segado para ti! Haz que no me desvíe de mi camino, ¡muéstrame que sigues a mi lado!

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